
Predicamos
demasiado. Todos. Resulta curioso cómo hemos convertido la comunicación en un
ejercicio de “quién la complica más”. Y no solo me refiero al lenguaje, abstracto
e ineficaz, sino a las múltiples imágenes que utilizamos para reforzar algún
mensaje concreto. Esta
práctica no demasiado sana, nos lleva en ocasiones a dilapidar